Llegó a un Mundo que no lo Aceptaba, por eso Creó uno Donde Todos Podían Ser Felices

Pierre Avezard, conocido como “Petit Pierre” (Pequeño Pierre) por su corta estatura, nace el 30 de diciembre de 1909 en Vienne-en-Val, Francia.

Llega al mundo, como él mismo decía, “pas fini” (sin terminar) y padeciendo de un síndrome poco común llamado Síndrome de Treacher-Collins el que significaba que tenía deformaciones en su rostro además de una salud frágil.

La familia donde nació Pierre era una de campesinos muy pobres. En 1914 su padre fue enviado como soldado a la primera guerra mundial, donde perdió la vida. Al poco tiempo su madre fue internada en una asilo, quedando el Pequeño Pierre y sus hermanos enfrentados solos a la vida.

Prácticamente sordo y mudo, con el rostro deformado, una oreja casi inexistente, boca torcida y ojos fuera de su sitio, sufre de las burlas de sus compañeros de escuela. A los siete años la abandona y Thérèse, su querida hermana mayor, le va enseñando en casa un poco de lectura y escritura.

Es soñador y ama su soledad. Cuida y pastorea las vacas y desde pequeño muestra gran interés por los aparatos mecánicos. Construye muñecos que se mueven energizados por el riachuelo que corría cerca de su casa y cuando nace su hermano menor, Léon, le crea asombrosos juguetes articulados que su familia no podía comprar.

Las cosas tiran para arriba

A los 26 años Petit Pierre es contratado como pastor en la granja de la familia Girard, donde conoce y queda fascinado por las máquinas que se usaban para trabajar la tierra.

Ahí duerme en el establo, pero al igual que los niños de la escuela, sus compañeros de trabajo lo molestan quitándole la escalera que llevaba a su lugar de descanso para que no pudiera bajar por las mañanas. Pero el Pequeño Pierre se defiende a su manera y crea una escalera replegable que podía subir y bajar de su cama para que nadie se la quitara por las noches.

Pero no todo el mundo maltrata e insulta al Petit Pierre. Además de su familia, otras personas lo querían mucho y admiraban su gran ingenio mecánico; entre ellos estaba el Sr. Hareng quien le regala un pequeño terreno donde puede construir una casa a la que puede llamar absolutamente suya.

Lo primero que hace al mudarse a esta casa, es construir más objetos mecánicos. Levanta una torre Eiffel de madera, de veintitrés metros de altura. Le agrega varios carruseles superpuestos, y una pequeña multitud de muñecos mecánicos animados.

La Vida es un Carrusel

Dado a que su construcción es visible desde el camino, personas curiosas por conocer el interesante carrusel y los ingeniosos mecanismos que lo componen, comienzan a aparecer en su casa, así que Petit Pierre organiza visitas dominicales para su público que son cada vez más concurridas.

Los materiales que utiliza para construir su carrusel son obtenidos de un vertedero local, de las cosas que otras personas han desechado en las calles e incluso reutiliza las partes de un avión que había caído cerca de su casa durante la Segunda Guerra Mundial.

En 1970 su obra incluye un centenar de figuras de metal recortado y pintado. Además, aprovechando las enseñanzas de su hermana Thérèse, agrega pequeños carteles explicativos de su obra, e instala un sistema de controles mecánicos para este inmenso carrusel, que maneja desde arriba de una cabina.

Petit Pierre es un hombre feliz al que le encanta jugar entusiasmado con su monumental juguete, además lo comparte con alegría con sus visitantes, sin perder nunca su propio toque travieso. Por ejemplo, en uno de sus mismos carteles Petit Pierre indica “Observa bien al hombre que bebe de su vaso de vino” y cuando la persona se acerca a hacerlo, es rociada por un chorro de leche que sale por la boca del lechero. Ésta y otras bromas hacen que su carrusel sea un lugar lleno de risas, alegría y despreocupación donde todas las personas son siempre bienvenidas a jugar.

Petit Pierre pasa casi cuarenta años creando y enriqueciendo su sorprendente máquina poética única en el mundo. Pero con los años y las dolencias, su salud se debilita y ya no puede ocuparse del mantenimiento de su obra que comienza a deteriorarse con él.

Familiares, vecinos y admiradores tanto del carrusel como de su entrañable autor, empiezan a inquietarse por el deterioro de la obra y ponen todos sus esfuerzos en preservarla. Con la ayuda de una familia filántropa, los Bourbonnais, y la de muchos ingenieros colaboradores, que apenas se podían explicar la complejidad mecánica del carrusel, logran remontar la obra en un museo que preserva obras de arte de artistas fuera-de-la-norma.

El 24 de julio de 1992, a los 82 años, Petit Pierre muere ilusionado con la idea de reunirse con su hermana en el cielo y preguntando por sus herramientas; quizá con la idea de continuar construyendo figuras móviles en un nuevo paraíso.

Su carrusel sigue funcionando y lo puedes ver en el video de abajo!

Comparte esta increíble historia de auto-superación, en la que este admirable hombre fue capaz de romper con las limitaciones de su enfermedad y de la situación de pobreza en la que vivía. Era casi ciego, casi sordo y la vida no le ofrecía muchas oportunidades, pero Petit-Pierre fue capaz de hacer algo que no muchos logran, convertir sus sueños en realidad.

via:  El Hilo Rojo