Preferir los detalles a los regalos tiene que ver con preferir el aprecio y la dedicación a lo artificio y lo material.

Ahora si bien dar regalos materiales también es un gesto de cariño, regalar detalles o actividades es algo mucho más enriquecedor. No sólo nos ayuda a combatir la cultura de consumo, que muchas veces nos termina por consumir a nosotros, sino que nos deja el corazón lleno de lindos recuerdos para siempre. 

Si me vas a regalar algo prefiero que sea un detalle, no algo material que “a cualquiera le gustaría”.

Una carta, una foto que evoque recuerdos, un paseo o una salsa que pique, porque una vez te conté que me encanta la comida picante, prefiero cualquiera de estas cosas que algo material que “a cualquiera le gustaría”.

Prefiero que lo que tú me estés regalando sea algo que te recuerde a mí o a nosotros, a nuestra historia, a nuestras conversaciones, a nuestros intereses y a nuestros buenos momentos.

Esta forma de regalar ni siquiera se aplica sólo a personas que se conocen muy bien entre ellas, pueden ser personas que recién se estén conociendo o que se hayan visto sólo un par de veces, el tema es escuchar al otro y conocerle.

De esta manera regalar detalles será mucho significativo, porque no sólo entrega ese detalle sino que demuestra que la otra persona estuvo escuchando, estuvo atenta, y de esta manera el lazo que existe se fortalece.

Si va a costar, que cueste atención no dinero.

Muchas veces regalar cosas materiales es una salida fácil. No hay que pensar mucho, no requiere de demasiado tiempo y lo que más cuesta es el dinero que se necesita para comprar esa cosa.

Lo entiendo de cierta manera, no siempre tenemos tiempo, suficiente “creatividad” o  no conocemos tan bien a la persona a la que le estamos regalando algo. En esos casos es muy lógico comprar algo y listo.

Pero la mayoría de las veces nos podemos hacer el tiempo y sí podemos pensar en algo que regalar de forma “creativa”. No nos tenemos que sobre-complicar nada más. Dar un regalo no significa necesariamente fabricar algo con las manos, ni evitar gastar un peso. Podemos regalar un detalle material, pero que refleje dedicación, atención, cariño y preocupación.

Puede ser un chocolate sencillo porque sabes que es el favorito de la persona a la que se lo estás regalando, puede ser un libro tuyo que se lo quieras regalar al otro porque una vez tuvieron una conversación respecto a él, puede ser un par de audífonos porque sabes que los suyos se le rompieron la última vez que los usó y es una persona fanática de la música.

Pueden ser cosas materiales, pero que signifiquen algo.

Hay investigaciones que muestran que los objetos son capaces de hacernos felices hasta alrededor de 3 meses después de su compra, luego esa felicidad se desvanece. Por otra parte, los recuerdos generados por una experiencia puede durar una vida entera.

Quizás regalar algo material significativo es un buen punto intermedio entre ambos, una cosa material que por siempre nos traiga buenos recuerdos.

Una carta, una foto, música, algo de ropa quizás… Algo que te recuerde al otro y algo que sabes que el otro apreciará.

Lo mejor es sentir que otra persona pensó en ti

Al fin y al cabo no se trata de si es una cosa comprada, una experiencia o algo fabricado por quien está regalando. Se trata de si la persona se invirtió en ese regalo. 

Hay quienes son muy hábiles con las manos y fabricar cosas para regalar les resulta bien, hay quienes no son tan creativos pero sí son buenos escuchando y pueden regalar algo que sepan que al otro le hará feliz. Hay quienes son creativos y pueden pensar en experiencias que saben que para el otro serán inolvidables.

No importa que tipo de persona seamos, lo importante es que seamos atentos. Que la otra persona sienta/vea/viva nuestro cariño y nuestra preocupación. Porque la vida se compone de esos detalles, de esos pequeños gestos de amor. Y no hay nada mejor que sentirse querido.

Por eso pienso: los mejores regalos de la vida son los detalles, ¡no las cosas!

Escrito por Paula Enei