Las Personas Que Eligen Mirar Caras en Vez de Pantallas Son Más Humanas y Felices

Los celulares se han convertido en una parte fundamental de nuestras vidas. Además de teléfonos, sirven como cámara, agenda, reproductor de música, mapa, libro, entretención, enciclopedia, etc. Hay aplicaciones que te acercan a las demás personas y son capaces de hacer como si las grandes distancias no existieran, por lo que ya nadie tiene porqué perder al amor de su vida por los kilómetros que les separan.

Pero no todo es color de rosa cuando se trata del poder de nuestros teléfonos móviles, muchas veces es gracias a esta misma “cercanía” que nos entregan los celulares con los demás personas que en realidad nos alejamos de ellas.

Hay algo de la comunicación cara a cara que la tecnología no es capaz de imitar y, a pesar de los esfuerzos de Facebook, Instagram, Snapchat y Twitter, ninguna red social realmente nos logra producir la calidez, empatía y sensación de intimidad que obtenemos con el contacto humano real.

Quizás alguna vez te ha pasado que te juntas con un grupo de amigos con los que tienes muchísimas ganas de ponerte al día, pero en algún minuto de la junta todos se ponen a mirar su celular y tú quedas como en un mundo paralelo, cuando en realidad tu mundo es el real. De hecho, es como si de repente todos se hubiesen quedado dormidos en la mesa y tú siguieras despierto…

Esta nueva circunstancia en la interacción humana es transversal a todas las relaciones, incluso a las más íntimas. Un amigo me contó que todas las mañanas se despierta al lado de su esposa, se dan los buenos días y al poco tiempo los dos están conectados a sus celulares revisando su correo, agendando su día y sumergiéndose en el mundo virtual, todo eso en vez de disfrutar ese ratito que tienen juntos antes de salir al trabajo. Puedes pensar que esto es muy triste, pero seguro que mi amigo y su esposa no son los únicos que se han visto en esta situación.

La presencia de los celulares en nuestras vidas no sólo está afectando el cómo nos relacionamos, sino que incluso se ha convertido en un problema de seguridad.

Este año la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito de Chile hizo una declaración alarmante, si usas tu celular mientras conduces tienes 4 veces más probabilidades de sufrir un accidente de tránsito y sólo en Chile más de 22 mil personas resultaron accidentadas en 2014 por este motivo.

Estudios han demostrado que escribir mensajes de texto cuando se conduce es equivalente a subirse tras el volante luego de haber tomado 4 cervezas de corrido de acuerdo al National Highway & Transportation Administration (NHTSA) 

¿Será que los celulares poco a poco nos están deshumanizando?

No, no si no lo permitimos. Los celulares son un gran avance tecnológico para la humanidad y han traído mucho bien al mundo. El mal que puedan hacer depende más de la persona que sostiene el celular que del celular mismo.

Hay personas admirables que han encontrado una forma de llevarse la mejor parte de ambos mundos, la del mundo conectado y la del mundo sin conexión, son las personas que prefieren mirar las caras de los otros más que las pantallas de sus celulares. Son personas que han decidido dejar el celular de lado cuando vale más la pena vivir un momento que registrarlo. Y por sobre todo son personas que eligen vivir el momento presente, de forma presente.

Estas personas no sólo disfrutan más de la vida, sino que la viven de una forma más feliz. No sacrifican su privacidad por el “ting” que suena cada vez que alguien les envía un whatsapp, estas personas son dueñas de su tiempo y deciden leer y contestar los mensajes cuando ellas quieran.

En conclusión, es importante que sepamos que no son los celulares los que nos están deshumanizando, es el mal o excesivo uso que se hace de ellos.

Seamos de esas personas que saben bien cuándo usar su teléfono y cuando no. De esas personas que disfrutan más de la vida porque la viven de forma presente. Y por sobre todo de esas personas que eligen sentir la calidez de la interacción, la empatía de las miradas y la intimidad de los vínculos que jamás encontraremos en ese aparato que tenemos entre las manos.